jueves, 17 de febrero de 2011

Libro

Un libro vivo exige respeto,
lleva indefectiblemente
a buscar un anti-espacio.
Un libro seductor es un propio-mundo,
que cambia de sabor con el día
la gente, las mirada fijas,
las máquinas que cortan el pasto,
los niños que juegan fútbol.
Un libro es todo menos un libro,
es un hombre, una hembra,
un feto, un cadáver.
Un libro que vale la sentada,
el frío el hambre, el sueño...
tiene la facultad de auto-terminarse.
Un libro cuando es internista
supone la continuidad sensata
de un masaje cura-espasmos.
Un libro recomendado debe reposar,
dueño y señor,
en mi regazo.
Sentirme toda suya.
Ibarra, Ec. Febrero 17 de 2011

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