En principio, la seducción:
palabras a doble intención
modulado el tono de voz
que disfrace lo ingenuo
en provocación
que disfrace la invitación
en juego.
Miradas por interpretar
a ratos buscas refugio
a ratos compartir la libertad
mas siempre estarás hartando
una tonta necesidad.
Entonces, las armas del contacto:
Sin palabras el espacio se inunda
de energía atrayente
que elimina la distancia.
Las manos mientras se hablan,
dan un paseo suave
sobre la ropa propia
y ajena,
llegando a descansar,
tiernamente,
en un pecho de latidos apresurados.
Los labios abren puertas
y marcan un ritmo
a tiempos lentos
a tiempos desesperados
de un universo enteramente extraño.
Y todo se hace simple:
El pensamiento usurpando
el papel del instinto...
Y dos cuerpos,
siendo cuerpos.
Ibarra, 10/11/10
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